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Hoy día Israel es un Estado férreamente conservador, violento, despectivo hacia la opinión internacional; un Estado, como denuncian muchos israelíes de buena voluntad, contaminado por su carácter colonial. Y otro dato que haría revolverse en sus tumbas a los padres de la patria: ha aparecido la plaga de la corrupción.

Tercer mito: la Shoah israelí

La Shoah, el holocausto de los judíos del centro y este de Europa (aunque no sólo de ellos) a manos del régimen nazi, es uno de los acontecimientos más terribles de muestra modernidad, hasta el punto de haberse convertido en una verdadera materialización del Mal. Por sus propias características –afecta a la conciencia europea, el continente del que formaban parte víctimas y verdugos, por su trascendencia y las dimensiones de los comportamientos individuales y colectivos implicados en ella– es un acontecimiento universal, una llamada a las conciencias de todos los occidentales, responsables de otros genocidios (el de los indígenas norte y sudamericanos, el de los africanos, aparte de los genocidios tutsi y camboyano), de los que apenas los separa el método y la planificación del nazi y el hecho de que éste hubiera sido perpetrado en la civilizada Europa, por uno de sus países emblemáticos y sobre personas que en buena parte compartían la cultura del opresor.

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