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Rodeado por media docena de asentamientos judíos, como Hashmonaim –todos ellos ilegales bajo el Derecho Internacional-, el pueblo está siendo lentamente acorralado de forma tal que pronto podría estar tan aislado como Gaza.

En mayo de este año, Israel empezó a construir su muro de separación a una cierta distancia del pueblo, arrancándole 250 Ha, es decir, el 40% de su tierra agrícola. La tierra será finalmente anexionada a los asentamientos vecinos.

Copiando la estrategia de los pueblos palestinos cercanos y a fin de retrasar cuanto puedan esos trabajos, la gente de Nilin ha empezado una campaña de protestas fundamentalmente pacíficas con la esperanza de que la opinión mundial, o los tribunales israelíes, logren salvarles.

Mientras tanto, una serie de incidentes violentos protagonizados por el ejército han arramblado ya con varias de las vidas del pueblo. El ejército ha venido experimentando también con técnicas nuevas para reventar manifestaciones, incluyendo un apestoso líquido denominado “Skunk” con el que se roció a los manifestantes.

Después de esos choques, Yamal y Abed canjeaban lo que encontraban: el equivalente palestino de niños pobres revolviendo en un basurero para buscar latas vacías de bebidas. Ambos se perdían cada tarde entre los árboles el amparo de las sombras para recoger los botes vacíos dejados atrás por el ejército.

Si los campesinos de Nilin se enfrentan a la inminente desaparición de sus medios de vida tras la confiscación de sus tierras, los comerciantes de Nilin no les van a la zaga.

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